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II RUTA DE LAS FORTALEZAS. 2011

II RUTA DE LAS FORTALEZAS. 2011

2 de abril, un día que ya desde tiempo teníamos anotado con mayúsculas en el calendario. En Cartagena, la Escuela de Infantería de Marina y el Ayuntamiento de la Ciudad organizan por segundo año consecutivo la Ruta de las Fortalezas, una prueba distinta, peculiar, de resistencia,…. una fiesta.

Una ruta de 51 kilómetros que nos quiere descubrir los castillos y antiguas edificaciones que rodean la ciudad de Cartagena, vestigios de la defensa férrea que ofrecieron los habitantes de la Mastia tartesa, la Kartha-Dast púnica o la Carthago-Nova romana, nombres de la actual Ciudad Departamental.

Para ello, y animado por mi amigo Esteban, que me gestionó el viaje acompañando a un grupo de componentes de TEAR, el viernes por la mañana partimos de viaje, viaje hay que decir que perfectamente organizado y pertrechado de viandas para que el gasto económico no fuera excesivo. Sobre las 3 de la tarde llegamos a la Escuela de Infantería de Marina de Cartagena, donde nos iban a alojar y darnos el soporte que necesitáramos.

La tarde libre para visitar la ciudad, tomar unas cañas, y recoger el dorsal, regalos de la organización y, por supuesto, la Acreditación General de la carrera, una cartulina donde se nos iría sellando todos los pasos de control de la prueba, requisito indispensables para finalizar con éxito la prueba.

Por la noche a descansar temprano y no hacer un derroche de energías, que al día siguiente las íbamos a necesitar, las nuestras y todas las que nos encontráramos por el camino.

Así, llegó el día grande, sobre las 6 y pico de la mañana nos levantamos, vamos una hora ideal para pegarte un palizón después, y poder desayunar, ya que sobre las 7 había que estar en el cajón de salida. En este momento nos estamparon el primer sello en la acreditación, señal de que ya no había marcha atrás. La prueba había comenzado para nosotros.

En este recinto empezamos a saludar a conocidos, que siempre aparecen algunos, algunos encuentros fueron entrañables, pues los años pasan y hay que gente que ves después de largo tiempo y eso da alegría. Y por supuesto fotos, que esta experiencia había que plasmarla en fotografías.

La prueba promete convertirse en una de las grandes del calendario, demuestra un gran tirón y recibe mucha gente de fuera que en próximas ediciones hará cundir el efecto llamada si el nivel organizativo no decae.

Eran ya las ocho de la mañana y después del solemne izado de bandera, tal como prometió la organización, se dio salida a la prueba.

Uno de los datos más llamativos de esta actividad organizada por la Armada y el ayuntamiento de Cartagena es su gran capacidad de movilizar a la gente, ya que a los participantes se sumaron más de 400 personas, entre militares, voluntarios, efectivos de Policía Local, Bomberos, del 061 y de Protección Civil, así como el personal municipal de Infraestructuras y Deportes que colaboraron para que todo el mundo estuviera perfectamente atendido. «Es increíble la organización del personal militar», señaló un corredor. Y fue precisamente la bocina de un buque de la Armada la que dio el pistoletazo de salida.

Con un desnivel acumulado total de 1800 metros, el Monte Calvario; las baterías de San Leandro, Santa Florentina y Santa Ana; Trincabotijas: el Castillo de San Julián; las Puertas de San José (Muralla de Carlos III): el Castillo de la Concepción; el Palacio Consistorial; la Muralla del Arsenal; la rambla de Benipila; las baterías de Podadera, Fajardo y San Fulgencio; el castillo de Galeras; La Atalaya y la batería de Roldán nos esperaban, solo había que darnos tiempo para llegar a cada una de ellas, y disfrutar de la prueba, de las vistas y del extraordinario compañerismo que se sintió entre todos los corredores, con palabras de aliento en los momentos difíciles y felicitaciones cuando se culminaba una nueva cima, un nuevo escollo para llegar al final.

Ahora sí, COMENZÓ LA CARRERA.

Esteban y yo, como inseparables compañeros de viajes, tras desearnos toda la suerte del mundo empezamos a correr, pues había que aprovechar las oportunidades que nos ofrecía el recorrido para adelantar algo de tiempo, que ya habría momentos en que el camino se hiciera más tedioso y pesado, y el paso de los kilómetros hiciera mella en nuestras piernas.

MONTE DEL CALVARIO.

Así casi sin comerlo ni beberlo ya estábamos en la zona de Lo Campano y empezábamos la subida al Calvario, ésta todavía nos permitíamos el lujo de trotando. Una subida dura, que en otros momentos de la carrera podría haber sido mucho peor, pero todavía resistible. Sin haber todavía sufrido demasiado llegamos a la cima, control de la acreditación y primer avituallamiento, líquido y algo de fruta, naranja y plátano, vitamina C y potasio, que nunca falten durante el desarrollo de un ejercicio exigente.

La foto de rigor y para abajo, que, por ahora, no se podía perder mucho tiempo. La bajada muy cómoda, pista bastante regular y no muy pronunciada. En unos minutos ya estábamos abajo, con el Muelle de La Curra a la vista habíamos pasado la primera etapa.

COLLADO DE SAN JULIAN.

Comenzamos la subida por la carretera de Escombreras, y antes de llegar al túnel nos desviamos para pasar por encima y llegar a los aparcamientos de “Cala Cortina”, avituallamiento, agua y fruta, y continuar la subida que empezábamos la zona pedregosa, éste fue el primer trago realmente serio, pues cambiamos las pistas lisas por la zona hostil, donde los pies podían sufrir más de lo deseable.

Pero como todo llega, nosotros también superamos esta subida y con paso firme y sin mirar atrás (y a veces ni para delante) llegamos al Catillo. Sello de control, foto y a reponer fuerzas, ya aquí la organización nos tenía preparado algo de zumo para ayudarnos un poco más. Ya estábamos en el kilómetro 15. Segunda fortaleza conseguida. Desde el Catillo observamos la serpiente multicolor que tenía formada la carrera, una serpiente estirada, a la cual seguíamos sus pasos y otra que todavía no había comenzado la subida.

Había que comenzar a bajar. Teníamos por delante una zona bastante asequible, pues había que dirigirse de nuevo hacia la ciudad. Eran 5 kilómetros, primero en bajada y luego en llano que nos permitían aligerar un poco el paso y comerle unos minutos al reloj, que mantener los objetivos previstos.

Tras llegar de nuevo a los aledaños de los Muelles de Santa Lucía, ya divisamos “Los Techos Bajos”.

CASTILLO DE LA CONCEPCION.

En este punto comenzamos, quizás la subida más asequible de la prueba, el “Castillo de los Patos”, aunque ya los patos brillen por su ausencia.

Tan asequible es de hecho, que la subida a esta fortaleza fue la designada por la organización para la realización de las pruebas infantiles y juveniles, savia nueva de los que serán los futuros participantes de ediciones posteriores.

Subimos la cuesta del Batel, rodeamos el antiguo Hospital Militar, hoy sede de la Universidad de Cartagena, comenzamos la subida por la cara de levante del castillo. En este punto, me permití el lujo de sacar el teléfono móvil de la riñonera y efectuar mi primer “control de paso”, pues había que dar novedades.

En la explanada de los cañones del Castillo, punto de control y avituallamiento. Tras un escaso minutillo de descanso, por la cara de poniente, circunvalando el teatro romano, comenzamos la bajada. Cuidado con lo escalones que pueden ser traicioneros.

Pasamos por la plaza del Ayuntamiento, la gente se agolpa para animar a los corredores, el speaker asimismo con palabras de aliento, pero nosotros no podíamos perder mucho tiempo, que es una zona llana y venimos oxigenados por la bajada, había que aprovechar el tirón, salimos a la calle Real y (por el carril bici) llegamos hasta el final de la calle para cruzarla y a la altura del puente de “Quitapellejos” tomar, la muralla del Arsenal, control de paso, y continuar corriendo hacia la entrada de Navantia, dejarla atrás, continuar hacia la carretera del Faro de Navidad y comenzar una nueva etapa.

BATERIA FAJARDO.

Había que empezar a reservar fuerzas, estábamos en el segundo tercio del recorrido y comenzamos la subida a la Batería Fajardo, pasando por las de San Fulgencio y la de la Podadera, donde se instaló el avituallamiento fuerte de la carrera, con mucha reposición de líquidos y comida fría. Habíamos alcanzado la mitad de la prueba, ya en este punto comenzamos a contar los kilómetros que nos quedan, no los que llevamos. La bajada fue muy rápida, no solo por la distancia que había que recorrer, sino porque a la mitad de la misma ya empezábamos una nueva subida, la cual había que afrontar con ánimo y entusiasmo.

CASTILLO DE GALERAS.

Casi sin darnos cuenta las rampas empiezan a empinarse, tenemos el Castillo de Galeras a la vista, pero claro, a la vista mirando para arriba no para el frente. La subida la hacemos por la cara sur del castillo, o sea, camino de piedras, sinuoso y estrecho. Ojo con pisar bien que si te caes, la cascas.

Pero como todo llega, ya estamos en el Castillo de Galeras, kilómetro 30 del recorrido. Otra parte importante del camino superada. Punto de control, avituallamiento, fotos con compañeros y amigos, charlas, lo que sea para demorarnos unos minutos y recuperar algo de aliento. Allí encontramos una pareja que efectúa estiramientos, una pareja a la cual le acompaña un perro, el perro se encontraba en mejor estado físico que sus dueños.

Comenzamos la bajada, ya las fuerzas no acompañan tanto y los 5 ó 6 kilómetros que nos quedan antes de comenzar la próxima subida ya no lo hacemos tan alegremente como antes, el ritmo machacón de caminante prevalece sobre el paso alegre del corredor, andamos más que corremos.

Llegamos de nuevo a las inmediaciones de Navantia, continúan por allí subiendo corredores, le damos voces de ánimo, arriba hay comida y las vistas de Cartagena, su puerto y su bahía son dignas de echarles un vistazo.

Continuamos nuestro camino, pasamos por la Comisaría de Policía, ha quedado bonita después de la remodelación del edificio, más moderno, le hacía falta un cambio. Llegamos a la Rambla de Benipila, nuevo control de paso. En esta última parte nos permitimos el lujo de trotar un poco, hay que darle algo de vidilla al reloj, que no queremos que se nos haga demasiado tarde.

Era mediodía, el termómetro superaba ya los veinte grado y el sol caía en vertical sobre la ciudad cuando, a lo lejos, desde el cruce la Alameda de San Antón con el puente del Estadio Cartagonova se divisaba una delgada, multicolor y por momentos interminable hilera de minúsculos puntos que se movía de manera uniforme trazando un surco por las cuestas de La Atalaya.

Salpicado ya desde hace unos días por el verde primaveral, el monte parecía sin embargo adornado por una sutil cinta de amarillos, rojos, blancos... Y no eran enjambres de abejas, ni arbustos exóticos ni nubes deshilachadas, sino una animosa cadena humana de corredores y senderistas.

Estábamos en la explanada del Estadio, avituallamiento, bebidas isotónicas cuyos electrolitos nos repusieran un poco, una fuente de agua para bajar un poco la temperatura. Estamos en el kilómetro 35 de la prueba, hago un cómputo mental del recorrido y me salen 22 kilómetros corriendo, más trotando y 13 andando por las subidas, ya solo nos quedan 15 kilómetros, pero ¡qué 15 kilómetros!. Aquí efectúo una nueva llamada de teléfono, continuamos informando de nuestra excursión.

Asimismo música, sí, música carnavalesca que para animarnos y recordar el lugar donde nos encontramos, lugar en que en otras épocas del año venimos a celebrar las Fiestas de Cartagineses y Romanos, otra oportunidad de enseñar a los cartageneros y visitantes una parte importante de la historia de la ciudad, historia que también estamos rememorando hoy con la visita a todas estas fortalezas.

Pasados este momento de relajo nos enfrentamos a la última parte del recorrido, sin duda la más exigente y en la que nuestras fuerzas nos pueden dar malas pasadas.

CASTILLO DE LA ATALAYA.

Empezamos la subida al Castillo de la Atalaya. Los primeros pasos nos hacen pensar que la subida no es tan exigente como nos habían avisado, pero no, no estaban errados. De pronto se acaba el camino y una pendiente infernal nos obliga a levantar la mirada más de lo deseable para que nuestra vista pueda alcanzar las murallas de la torre. En este momento Esteban, mi compañero de viaje, con las fuerzas más que justas me anima a continuar en solitario, pues él prefiere ralentizar el paso y continuar a un ritmo menor.

Exhaustos, agotados, preguntándonos más de una vez que ¿quién me habrá mandado a mí venir aquí? llegamos a un pequeño descansillo, descansillo en el que nos pegamos un trago de agua, que, pese a no ser un punto de avituallamiento, la organización sabiamente había trasladado personal con unas botellas de agua. Continuamos la subida, ya falta poco. En los aledaños de la fortaleza, primera otra baja importante, un corredor, cuyas fuerzas ya le habían abandonado tiene que ser asistido por el personal sanitario, que decide evacuarlo en vehículo médico.

Véase la dureza de algunas partes del recorrido que personal del Servicio de bomberos con arnés, cables y otro material de escalada está preparado por si tuvieran necesidad de actuar y colaborar con algún participante.

Llegamos a la Atalaya. Punto de control. Aunque nos haya parecido un mundo sólo hemos recorrido no más de 2 kilómetros desde el Estadio de Fútbol, pero han parecido 20.

Ya la bajada la realizo en solitario. Pese a que hacía bastante calor, una pequeña brisa y la vista inmejorable del paisaje, nos reponen lo suficiente para llegar hasta la bajada, donde un nuevo punto de avituallamiento nos espera. En este punto, ¡sorpresa! me encuentro con Inés una antigua compañera de trabajo que se sorprende de verme en esta tesitura, después de charlar un rato, aprovechándolo para descansar, la correspondiente fotografía, por supuesto, continuamos la misión.

Con las pocas fuerzas que me quedaban me planteo empezar de nuevo a correr, ahora que sé que viene un camino llano. Solo aguanto un kilómetro corriendo, pues en seguida comienza la subida a Tentegorra, allí en el control de paso, kilómetro 41 de la prueba y a solo 10 de la llegada me alcanzan a una pareja, joven, Vero y Jorge, que veo que van a buen ritmo y decido unirme a ellos para poder continuar en compañía, y la verdad que me fue bastante bien, pues en solitario el camino hubiera sido más tedioso. Dándonos ánimos y comentando algunos de los avatares de la carrera llegamos al llano de entrada al Parque de Los Canales, donde nos preparábamos para la última subida del día.

BATERIA DE ROLDAN.

Pasamos esta explanada y entre los pinos y vegetación de la zona comenzamos la subida al “Roldán”, un puesto de avituallamiento nos indica que comenzamos, así que hay que reponer fuerzas. Son casi 3 kilómetros de subida constante. El primer tramo, el menos malo, pues al fin y al cabo son caminos. Nos encontramos allí a personal de la organización que nos ofrecía agua y azúcares, eran necesarios.

Llegamos entonces a la zona de piedras, linealmente algo más de un kilómetro, que si no es por la compañía de estos jóvenes amigos no sé lo que hubiera pasado.

En este tramo me encuentro un hombre, que decide dar marcha atrás. Pese a los ánimos de los que nos encontrábamos allí él decide rehusar, no puede más.

Durante la subida el reposo es obligado, las fuerzas escasean y la exigencia del terreno está fuera de todo límite. Pero, ya queda poco.

Cuando más lo deseábamos, llegamos a la cima. Se ha dejado atrás lo peor. Estamos en el kilómetro 43 del recorrido. Por supuesto que tenemos que inmortalizar este momento con una foto apoyado en el cartel, esto hay que recordarlo. Punto de control y avituallamiento. Comenzamos un terreno ahora por la cima del monte, que sin ser de bajada sí es más cómodo.

Ahora sí comenzamos la bajada, ya los ánimos entre nosotros tres, pasan a ser eufóricos pues, esto está acabado. Llegamos de nuevo al puesto de avituallamiento de la subida a Roldán, animamos a los que suben. Reponemos algo de fuerza y nos dirigimos hacia meta, aunque falten aún unos 5 kilómetros nuestro paso se hace más constante y firme. Nos cruzamos con muchos corredores (o marchadores pues a esta altura de la prueba ya había pocas fuerzas para correr) y el aliento era constante.

Bajamos por la Carretera de Tentegorra, parece que la entrada a la Escuela de Infantería de Marina nunca va a llegar. Pasamos por el kilómetro 48, 49 y de pronto vemos el cartel con el número 50 marcado en grande, al fondo la puerta. Sólo queda girar a la derecha y entrar en las instalaciones.

Sólo nos queda un kilómetro. Como habíamos pactado hacer los últimos 500 metros corriendo (había que dar buena imagen) y espoleados por la familia de Vero que les esperaba en esa zona, comenzamos a correr hasta la llegada en Meta. Al final 23 kilómetros y medio corriendo como se pudiera y 27 y medio de marcha, más intensa o más liviana dependiendo la sinuosidad y la pendiente del terreno.

Euforia. Lo habíamos conseguido. 8 horas 37 minutos (por mi reloj) después de haber salido de la Plaza de Héroes de Cavite y tras aproximadamente unos 100.000 pasos, estábamos en la llegada. Puesto 921 de la general, un puesto más que aceptable, máxime cuando después de las 12 horas de recorrido máximo de la prueba solo algo más de 2000 corredores habíamos terminado. Tenemos constancia que unos 300 corredores entraron en meta fuera de control, sin derecho a diploma y reconocimiento y el resto por diversos motivos, pero obvios, tuvieron que abandonar la prueba.

En Meta mucha gente animando y aplaudiendo, el recibimiento fue de lo más emocionante. Por supuesto Control de Llegada. El deseado último sello era estampado en nuestra Acreditación General. Medalla conmemorativa y ticket con resumen de los datos de la prueba. Me despido de mis dos compañeros de viaje agradeciéndole la compañía en estos últimos 10 kilómetros.

Solo quedaba reponer líquidos. Ahora si nos podíamos permitir el lujo de tranquilizarnos, relajarnos, beber todo lo que necesitáramos. Un camión de Estrella de Levante repartía cerveza a diestro y siniestro, pues también apetecía un aporte “extra” de calorías.

En la llegada saludos y abrazos con los compañeros que habían llegado antes, algunos de los cuales, con muy buenas clasificaciones.

Tras reponer fuerzas, recoger el diploma y el paso obligado por la carpa de la Asociación de fisioterapeutas de la Región de Murcia, colaboradores de la prueba, nos dirigimos a reponer fuerzas en serio. Se había instalado un servicio de comedor en los aledaños de la zona de llegada donde un buen plato de macarrones y comida caliente nos harían estar preparados para cualquier otra vicisitud que nos surgiera.

La Organización, un 11 sobre 10, muy meticulosa había colocado policías, militares, bomberos y protección civil en cada paso, disponía de vehículos para acceso a lugar complicados, vehículos medicalizados e incluso un helicóptero ¡menudo despliegue!. Por no decir de los avituallamientos con agua bebidas isotónicas, fruta, comida fría, frutos secos e incluso unas griferías donde poder remojarse el cogote.

Felicitar a Cristian López, compañero del Club de Atletismo, aunque corría con los colores de la Unidad a la que pertenece, con un tiempo de 4 horas 21 minutos fue el vencedor de la prueba. La vencedora en la prueba femenina fue Inmaculada Tonda con un tiempo de 5 horas 26 minutos

En la entrega de trofeos se tuvo especial interés en premiar la participación de Nacho Garrido Pérez, del Club Marathon Cartagena, disminuido visual, que completó el difícil recorrido en 7 y media.

Y no mucho más que contaros que animo a todo el que se pueda permitir el lujo de hacer un derroche de energía con este que lo haga, que aunque es muy, muy exigente es gratificante llegar a meta y haberlo efectuado.

Podeis ver unas cuantas fotos de la jornada en el siguiente enlace:

https://picasaweb.google.com/estebanchoquet/20110402IIRutaDeLasFortalezasCartagena#

Un saludo a todos.

Enlaces:

Diario Sport Cartagena:

http://www.sportcartagena.es/noticia/147018/ATLETISMO/gaditano-emplea-cuatro-horas-ganar-‘ruta-fortalezas’.html

Diario La Verdad:

http://www.laverdad.es/murcia/v/20110403/cartagena/cima-cien-pasos-20110403.html

Diario La Opinión:

http://www.laopiniondemurcia.es/cartagena/2011/04/03/espiritu-superacion-fortalezas/313406.html

3 comentarios

antonio maraton jerez -

Maravillosa cronica he vivido tu carrera km a km y hasta me he emocionado. Enhorabuena y a ver si algun dia soy capaz de hacer algo parecido

Sebas -

Gracias. Algunos me dicen que hago crónicas demasiado extensas, pesadas. Mi unica intención es intentar plasmar lo vivido en el papel, cosa harto difícil, pero me gusta que la genta se integre en la carrera desde la lectura de la crónica. De nuevo gracias.

Trapatroles -

Una crónica perfecta, minuciosa y detallada de las Fortalezas de Cartagena.
¡Felicidades!